No tenga prisa por llegar a la perfección. Es que a la perfección no llegaremos sino en el cielo. Ahora es cuestión de de caminar hacia ella.
Como es inherente a nuestra naturaleza tener defectos, respectemos a cada uno (y a nosotros mismos) su defecto y tendremos mucho ganado para la paz exterior.
Todas las perfecciones que hay en nosotros, sobre todo las sobrenaturales, son trocitos de la perfección divina, la misma de Dios; como toda la claridad que hay en la tierra es de la luz del sol.
Cuando Dios crea las almas les señala el término al que habrían de llegar, pero esto nos es límite, sino más bien altura, pues se trata de de participar en las perfecciones divinas. Se trata más de calidad que de cantidad.
Bartolomé Xiberta, O. Carm., in “Fragmentos Doctrinales”, p. 93-94
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