Crea que es una gracia que le hizo el Señor dándole a entender qué cosa es no sólo observar el silencio, sino ser silencioso. ¿Cómo se es silencio? Sumergiéndose en Dios. Sumergirse en Dios nos es poner la cara seria, sino rebosar de alegría y de caridad.
Allí dentro encontramos a nuestros superiores y a nuestras hermanas (no fuera) y allí son un mismo objeto con Dios nuestro Señor y por tanto es natural que obedezcamos y amemos y suframos todo lo que Dios dispusiere. Y allí mismo, en Dios, encontramos a Nuestra Santísima Madre y nos vemos obligados a saltar de alegría siendo Ella tan buena y amándonos tantísimo también dentro de Dios.
Bartolomé Xiberta, O. Carm., in “Fragmentos Doctrinales”, p. 252-253
No hay comentarios:
Publicar un comentario