sábado, 10 de diciembre de 2011

La teología de Bartolomé Xiberta I


El mejor don de Bartolomé Xiberta: su amor a Dios, a Jesucristo y a María, ofrecido a las monjas

Conocí al P. Bartolomé Xiberta en el verano de 1963. Vino a la comunidad de Barcelona a darnos los ejercicios espirituales anuales, y en aquel momento servidora era novicia. Lo que más me ha unido a la doctrina del P. Xiberta fue la siguiente experiencia: En nuestra comunidad no teníamos magnetófono y las hermanas deseaban poder tener los ejercicios del P. Xiberta porque presentían que no iba a haber otra posibilidad posterior - había venido un poco enfermo de su viaje a Kenya, y con una afonía persistente -, y me pidieron que los cogiera en taquigrafía y los pasase a máquina. Fue una tarea ardua, él hablaba en catalán y mi taquigrafía era para castellano, además muchos términos eran bastante desconocidos para mí. Hice lo que pude. Pero el tener que escribirlos y repasarlos, me hizo un bien inmenso, su doctrina me quedó muy adentro.

Por eso, me van a permitir que mi visión de la doctrina del P. Xiberta la centre en los ejercicios espirituales que dio a las monjas de Barcelona. Siguió el método ignaciano, con tres meditaciones diarias y una plática, en las que la primera parte es un tratado sobre Dios y la segunda sobre Jesucristo, el Verbo encarnado, ambas impregnadas de la vida espiritual impulsada por el Espíritu Santo, y, cómo no, finalizaba cada meditación con una reflexión mariana. Tuvo también tiempo para darnos una charla diaria sobre la observancia, los votos, la vida fraterna, el Carmelo, etc.

Después del Vaticano II, alguien dijo que si la persona no poseía unos conocimientos teológicos ordenados y sistemáticos sobre el misterio de Dios, del hombre, de la salvación, no iba a poder colocar ordenadamente en los “cajones” del conocimiento el vuelco que ofreció el Concilio Vaticano II de la teología escolástica a la pastoral. La teología del Vaticano II no se mueve ya en una Iglesia en la que en lo profano y en lo social quiera ser un grupo cerrado. La reflexión de la fe se hace ahora en una Iglesia que está en diálogo abierto que da origen a un pluralismo teológico y también filosófico. Dice UR nº 11 que las muchas afirmaciones particulares de la fe eclesiástica se expresarán en un lenguaje que haga comprensible el núcleo sencillo y originario de la fe cristiana.

Este preámbulo es para decir que siempre he creído que la teología del P. Xiberta no se ha hecho antigua ni pasará, porque remite a conclusiones siempre actuales. En su reflexión estaba presente la relación entre el horizonte de la inteligencia y la experiencia concreta: El conocimiento teológico que tenía el P.  Xiberta lo aplicaba a los hechos históricos, a la situación social, espiritual, etc. Sus afirmaciones teológicas que naturalmente deberían estar condicionadas por el horizonte histórico, es decir, por la inteligencia de una época, fueron y son siempre actuales en cuanto a la doctrina. Los principios que usaba no son cambiantes y además, se adelantó con mucho a su época. Ésta es la tesis de mi ponencia que voy a probar con algunas reflexiones del mismo P. Xiberta.

Madre María Pilar Simón, O. Carm., Ponencia en el Encuentro de la Familia Carmelita 2011

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